Aldeas Infantiles SOS: Transforma y fortalece familias en México

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en cada sociedad se pueden identificar diferentes grupos vulnerables, los cuales se suelen determinar a partir de características personales y sociales, por ejemplo: edad, sexo, situación familiar, empleo, domicilio, lugar de nacimiento, nivel socioeconómico y de formación, etc.

Se suelen conocer como grupos vulnerables, ya que tanto sus derechos como sus oportunidades de acceder a mejores condiciones de bienestar, se ven limitadas por los factores anteriormente mencionados.

De esta manera, se insta tanto al gobierno, como a instituciones, organizaciones y a la sociedad civil en general, a reconocer, comprender, analizar y apoyar a estos sectores vulnerables desde una perspectiva integral.

Entre los grupos vulnerables podemos encontrar a personas migrantes, mujeres, infantes y adolescentes, personas indígenas, personas con discapacidad, personas en situación de pobreza extrema, entre muchos otros grupos.

Es por eso que, en 1949, Hermann Gmeiner fundó la primera Aldea Infantil en Imst, Austria, la cual se creó con el objetivo de brindar un nuevo hogar a las infancias que habían perdido el cuidado y protección de sus familias a raíz de la Segunda Guerra Mundial.

Y si bien Aldeas Infantiles SOS tuvo su origen bajo un contexto internacional, en México abrieron la primera Aldea Infantil en las inmediaciones de la Basílica de Guadalupe, en 1971, gracias a la ayuda del Dr. Manuel Mateos Fournier.

Además, con la primera Aldea Infantil del país, también surge el Patronato Nacional. Y poco tiempo después esta modalidad de atención infantil se comenzó a replicar y expandir a otras regiones del mundo: actualmente Aldeas Infantiles SOS se encuentra en poco más de 173 países, y actúa dentro del del marco de la Convención sobre los Derechos del Niño de las Nacionales Unidas (CDN) y de las Directrices sobre las Modalidades Alternativas de Cuidado.

Aldeas Infantiles SOS, tiene como misión principal, el atender a infantes y jóvenes que se encuentran en situación de vulnerabilidad, buscando así impulsar su desarrollo y autonomía de manera integral, mediante el fortalecimiento de sus redes sociales, familiares y comunitarias.

Entre sus diversos programas de ayuda, podemos encontrar dos grandes líneas complementarias: cuidados alternativos y fortalecimiento familiar.

Ambas líneas buscan prevenir la separación familiar, promover la reintegración, o si no es posible, ofrecer ambientes protectores donde las infancias y adolescentes puedan crecer en entornos seguros.

Así, la línea de cuidados alternativos se dirige a niñas, niños, adolescentes y jóvenes que han perdido el cuidado de su familia de origen, o cuya familia no puede defender adecuadamente sus derechos.

Este programa de ayuda, cuenta con acciones concretas como:

  • Acogimiento residencial: consiste en vivir en una casa dentro de la aldea, bajo el cuidado directo de una persona de la asociación.
  • Reintegración familiar: apoya que los niños vuelvan a vivir con su familia de origen, siempre y cuando el entorno permita su bienestar.
  • Familias en movilidad: busca acoger temporalmente a menores no acompañados o familias que viven en movilidad humana.
  • Familias sociales: cuando las infancias o adolescentes no puedan estar con su familia biológica, el cuidado se brinda en otra familia, brindando así la protección y atención necesarias.

Estas acciones en concreto, se centran siempre en lo mejor para el menor, así como la posibilidad de retomar vínculos familiares, asegurar su protección y ofrecer las mejores oportunidades para un desarrollo pleno.

Mentiras que, por otro lado, la línea de fortalecimiento familiar tiene por objetivo el prevenir que los niños tengan que separarse de sus familias, trabajando junto con ellas para disminuir los factores de vulnerabilidad.

Y algunas de las acciones concretas que realiza esta modalidad de apoyo son:

  • Brindar apoyo educativo, nutricional y de desarrollo para menores, sobre todo cuando los padres trabajan y no tienen redes de apoyo.
  • Capacitación para cuidadores en temas como nutrición, derechos de la infancia, manejo de emociones, entornos protectores, autocar cuidados de los adultos, género, etc.
  • Dar empoderamiento a las familias y menores, al conectar con redes y construir proyectos productivos para adultos; así como fortalecer los derechos de mujer y de las infancias, generando así espacios de formación y desarrollo dignos.
  • Dar apoyo a las juventudes, mediante el acompañamiento socioemocional y el fortalecimiento de sus habilidades, para que los jóvenes descubran sus proyectos de vida.
  • Incentivar a la participación infantil, en donde se promueva que niñas y niños expresen sus ideas, que participen activamente, que estén conscientes de sus derechos, y que se fomente la no discriminación y la prevención de violencia escolar.
  • Por último, se busca la participación social en espacios culturales, recreativos, deportivos, etc., para fomentar lazos comunitarios seguros y libres de violencia.

Así, estas dos líneas de trabajo no sólo buscan dar apoyo inmediato, sino construir capacidades, tanto en las familias para criar de forma respetuosa y consciente, como en los niños, niñas y adolescentes para que conozcan sus derechos y participen en su entorno social y familiar.

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