Tres décadas de compromiso con la niñez vulnerable

En el corazón de Tláhuac, al suroriente de la Ciudad de México, se encuentra una institución que desde hace más de treinta años ha marcado la diferencia en la vida de decenas de niñas. La Casa Hogar de las Niñas de Tláhuac IAP, fundada en 1990 por iniciativa de Leonor Arias de De la Rosa, surgió como respuesta a la urgente necesidad de atender a menores en situación de abandono parcial. Lo que comenzó como un esfuerzo vecinal impulsado por solidaridad y empatía, se transformó en una organización con visión clara, transparencia sólida y un modelo de atención basado en valores.

Una misión con rostro humano

De acuerdo con su propia definición institucional, la misión de la Casa Hogar es “trabajar en el desarrollo integral de niñas de 6 a 12 años, de escasos recursos, que vivan en la zona metropolitana en situación de abandono parcial, para contribuir a su futuro desempeño social con valores”. Esta declaración refleja un propósito que va más allá de la simple asistencia: busca formar personas capaces de integrarse plenamente a la sociedad, dotadas de principios y herramientas para enfrentar el futuro.

La visión, por su parte, refuerza esta idea: convertirse en una casa hogar de referencia que, mediante un modelo de corresponsabilidad y compromiso metodológico, impulse la formación de ciudadanos proactivos, responsables y con valores. La apuesta es clara: no solo resguardar, sino transformar.

Impacto social con cifras que hablan

La labor de la Casa Hogar se traduce en datos concretos que reflejan su alcance y pertinencia. Actualmente, la institución atiende de manera directa a 30 niñas en su modalidad residencial, garantizando no solo techo y alimentación, sino también educación y acompañamiento psicosocial. A ello se suman 39 menores beneficiados mediante programas educativos, lo que amplía su campo de acción más allá de las paredes del albergue.

De manera indirecta, alrededor de 166 personas, entre familiares y comunidad cercana, se ven impactadas por el trabajo de la Casa Hogar, lo que multiplica los beneficios hacia un entorno social más amplio. Además, la institución reporta 39 proyectos de asistencia pública o social que contribuyen al fortalecimiento de su misión.

Transparencia: un sello distintivo

En un contexto donde la confianza en las instituciones es clave, la Casa Hogar de las Niñas de Tláhuac destaca por su manejo responsable de los recursos. Según su información oficial, el 95 % del presupuesto se destina a programas operativos, mientras que solo el 5 % se emplea en gastos administrativos.

Asimismo, la organización cumple con lineamientos de rendición de cuentas que incluyen: la entrega de informes anuales al Registro Federal de Organizaciones de la Sociedad Civil, la publicación de estados financieros dictaminados por auditores externos, un consejo de administración independiente y la transparencia en cuanto a la remuneración de su director. Estas acciones fortalecen la confianza social y consolidan a la institución como un referente de integridad.

Modelo de corresponsabilidad y educación en valores

Uno de los pilares de la Casa Hogar es su modelo de corresponsabilidad. La institución entiende que el desarrollo integral de las niñas no depende solo de la atención brindada en sus instalaciones, sino también de la participación activa de la comunidad, de universidades a través del servicio social y de los mismos actores sociales que la rodean.

Este modelo busca que cada beneficiaria no solo reciba apoyo material, sino también una formación integral en valores, promoviendo la responsabilidad, la solidaridad y el compromiso como herramientas de vida. Así, la Casa Hogar se convierte en un espacio donde la vulnerabilidad se transforma en oportunidad.

Conclusión

La Casa Hogar de las Niñas de Tláhuac IAP es un claro ejemplo de cómo la sociedad civil organizada puede responder de manera eficaz a problemáticas sociales profundas. Con más de tres décadas de trabajo, ha demostrado que la combinación de transparencia, eficiencia y un firme compromiso con los valores puede ofrecer a la niñez vulnerable no solo un refugio seguro, sino también un horizonte de esperanza.

Su historia confirma que cuando la empatía se traduce en acción organizada, es posible construir futuros más dignos y sólidos para quienes más lo necesitan.

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