Tener, compartir

Hay una expresión que encierra una gran profundidad porque sugiere muchos puntos de vista y muchas maneras de reaccionar: “Nadie es tan rico que no tenga alguna necesidad, ni nadie es tan pobre que no tenga nada que dar”. Nos hace pensar: ¿es cierto?

Estamos iniciando el mes de septiembre, y por lo general, parece ser un enfoque muy generalizado que cuando hablamos del tiempo el primer comentario es: cómo pasa el tiempo, parece mentira no es posible que ya estemos en esta fecha, el tiempo vuela se nos va de las manos, no sé qué he hecho. O comentarios semejantes.

Con ese modo de percibir, sin darnos cuenta, estamos fomentando un modo fatalista de apreciar lo que tenemos. No investiguemos si nosotros promovimos ese modo de apreciar o si lo adoptamos de otros. Eso es lo de menos. Lo mejor es darnos cuenta de la conveniencia de modificar ese enfoque y cambiarlo por otro más activo.

Por ejemplo, otro modo de ver esta realidad es pensar: al iniciar el mes de septiembre, inauguramos el tercer cuatrimestre del año, y tras haber transcurrido otros dos tenemos una valiosa tercera parte de tiempo para evaluar los sucesos transcurridos y con esa experiencia vivida podemos calcular bien lo que urge resolver y llevarlo a cabo.

Y cada uno, en sus circunstancias puede resolver lo más urgente o necesario. De es modo, al final del año podremos estar contentos de haber emprendido acciones que van a dar nuevo rumbo a los planes del próximo año. Y aunque no hayamos alcanzado todas las metas, esas esas pendientes serán nuestros motores para iniciar el nuevo año.

Todo esto es cuestión de creatividad, realismo e interés por facilitar la realización de lo que nos ayuda a vivir con los recursos necesarios. Además, si esas metas las compartimos con los miembros de la familia si se trata de resolver asuntos domésticos, o las compartimos con los colegas en el trabajo si se trata de resolver asuntos laborales, seremos mejores personas y mejores compañeros.

Con este modo de proceder todos descubriremos lo mucho que podemos dar a los demás y no nos habíamos dado cuenta. ¿Lo intentamos? Este modo de dar no empobrece y sí enriquece: vamos a experimentarlo…

Tags:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *