En medio del bullicio de Tacubaya, entre avenidas transitadas y el constante ir y venir de la vida urbana, se levanta un espacio que parece tener un latido propio. En Arquitecto Carlos Lazo 30, en la alcaldía Miguel Hidalgo, se encuentra Christel House México, una institución que va mucho más allá de las paredes de un colegio: es un proyecto de vida, un puente de oportunidades y un refugio de esperanza para cientos de niñas, niños y jóvenes.
Desde su fundación, Christel House se ha dedicado a transformar realidades. Su propósito es claro y contundente: romper el ciclo de la pobreza a través de la educación, el acompañamiento y el desarrollo integral.
Aquí, los estudiantes no solo reciben clases, sino también apoyo alimenticio, atención médica, formación en valores y un seguimiento que los acompaña incluso después de egresar, ayudándolos a insertarse en la universidad y en el mundo laboral.
Lo que ocurre dentro de este recinto educativo tiene un impacto silencioso, pero poderoso, en la comunidad. Cada mañana, mientras muchos caminan rumbo al metro o al mercado cercano, los alumnos cruzan las puertas de Christel House con mochilas cargadas no solo de cuadernos, sino también de sueños que antes parecían imposibles.
“Se trata de abrir caminos donde antes había muros”, suele ser la premisa de quienes trabajan aquí. Profesores, voluntarios y donantes se convierten en una red que sostiene a los estudiantes, recordándoles que su origen no define su destino.
En un país donde las brechas de desigualdad siguen marcando trayectorias, Christel House en Tacubaya representa una alternativa distinta: un lugar en el que la educación es vista como herramienta de equidad y la solidaridad como motor de transformación.
Así, entre libros, talleres y sonrisas, este espacio en Miguel Hidalgo se reafirma cada día como una casa de futuro, donde la generosidad y el compromiso social se convierten en semillas de cambio que ya comienzan a florecer en nuevas generaciones.
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